La sostenibilidad está creciendo en la mente del consumidor final como percepción necesaria y deseada para la compra de productos, especialmente en frutas, verduras y resto de productos frescos.
El desarrollo sostenible se define como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias. Sin embargo, a menudo se dan situaciones paradójicas donde aparentemente se cumplen con los estándares de sostenibilidad medioambiental y sin embargo nadie dudaría en determinar ese producto como no deseado por no cumplir otros estándares asociados de algún modo también a una sostenibilidad ampliada en aspectos sociales, económicos o éticos.
Ante la falta de una definición integral y actualizada de sostenibilidad, en la mente del consumidor ha arraigado la idea de que siendo ecológico es lo más sostenible posible y eso no siempre es así. Imaginemos un aguacate ecológico, posiblemente haya pocas cosas aparentemente más sostenibles y además súper saludable, pero, ¿Qué pasaría si supieses que ese aguacate viene de una finca donde hasta hace poco había una selva virgen y que la han talado para que tu tengas tu aguacate? ¿o que quizás consumiría menos recursos si no fuese ecológico y podría haber más aguacates para todos? ¿o si supieses que se explota o maltrata al personal?.
Todo esto indica que hay que profundizar un poco más en lo que se considera sostenible y expandir la sostenibilidad a un concepto más integral. Seguidamente vamos a determinar 10 puntos que ahondan en este concepto de sostenibilidad integral:
1. QUE RESPETE EL ENTORNO. Huella de carbono, huella hídrica, consumo de abonos, que no contamine etc. todos estos aspectos habrán de ser tenidos muy en cuenta para ser considerado sostenible. Si además es ecológico tendrá además un sello de credibilidad adicional y si es biodinámico sería el sumun en sostenibilidad medioambiental. Pero ¿es suficiente con esto?.
2. QUE HAGA UN USO EFICIENTE DE LOS RECURSOS. Que utilice las más modernas tecnologías para reducir el consumo de recursos como agua. Que minimice el envase o que directamente no lo lleve si no es necesario. Que los recursos utilizados sean reciclables. Por ejemplo un producto de invernadero es más eficiente en el uso de recursos que el mismo producto al aire libre o un producto de agricultura tecnológicamente avanzada que otro de agricultora tradicional.
3. QUE RESPETE A LAS PERSONAS. La huella social. Que en todos los procesos de producción, procesado, transporte, etc., se trate a las personas de manera digna y se le remunere de modo acorde con las economías de cada área.
4. QUE EL REPARTO DE LA RIQUEZA SEA SENSATO. No solo vale generar valor y riqueza, sino que ésta se redistribuya adecuadamente en todos los eslabones de la cadena. Desde luego si el productor es cooperativa se asegura que en la fase de producción se va a producir un reparto justo.
5. QUE SEA COHERENTE EN TODA LA CADENA. La sostenibilidad se ha de dar en cada eslabón de la cadena. De nada sirve por ejemplo un tomate ecológico pero que haya de ser envasado en envase de plástico ramo a ramo por miedo a que se puedan sustituir en el lineal.
6. QUE NO EXISTAN ALTERNATIVAS MÁS SENSATAS. Por ejemplo el Kiwi de Nueva Zelanda en Europa quizás tenga la alternativa en las naranjas europeas si lo que buscas es vitamina C, y por supuesto a la inversa. O aceite de coco en lugar de aceite de oliva en España o a la inversa en América. O quizás en algunos casos la mejor alternativa sea no comprar ese producto ya que la mejor sostenibilidad que podemos ofrecer al mundo es no consumirlo.
7. QUE SEA AUTENTICO. No vale que el producto ponga PAVO si solo el 50% es pavo y el resto una mezcla de productos, o yogurt de fresa sin fresa o salsa de guacamole sin aguacate o una leche con aditivos que la hacen saludable en lugar de consumir los productos que naturalmente los llevan en lugar dicha leche. Que lo que ponga en la etiqueta como atractivo sea lo que es sin más. En este sentido nada más autentico que las frutas y verduras.
8. A BUEN PRECIO. Junto con la sostenibilidad del productor, y no menos importante, está la sostenibilidad del consumidor final que debe de tener un precio sensato para que sea accesible y no sea un producto de élites. La sostenibilidad no vale para nada si no es accesible.
9. QUE SEA SALUDABLE. La sostenibilidad de la salud del usuario final es clave. ¿De que vale un producido de forma sostenible, eficiente y ecológica si una vez lo ingiera no me mantiene sano?. ¿Azúcar refinada ecológica? No gracias.
10. QUE SEA COHERENTE CON TU ETICA. Vegano, vegetariano, Kosher o Halal, todas tienen una consideración ética que habrán de cumplir en muchos casos como primera consideración.
Así, el perfil más común de sostenibilidad de un producto seria: hortaliza (saludable y cumple todas las éticas), ecológica (sostenible medioambientalmente), de agricultura actualizada tecnológicamente (sostenible en recursos), de economía social (sostenible social), que todos los eslabones se mantenga todo lo anterior, que se de en mi área o al menos en mi continente y que no tenga una alternativa sensata mejor.
Una limitación de recursos y una concienciación ética crecientes hacen que muchas personas hayan iniciado una migración en su nutrición, una especie de despertar, desde el abandono de los productos industriales y la vuelta a la comida real y evolutiva a pasar posteriormente a otras posiciones más sostenibles y éticas como flexitariana, ovolacteovegetariana, vegetariana y finalmente vegana que es la que el planeta puede que obligue a seguir a los habitantes de cercano futuro al ser la más sostenible y quizás en el medio y largo plazo la única posible.